Comienza el mes de mayo, por tradición dedicado a María, y sientes -de improviso- que, como cada año, llega ocasión de interiorizar detalles singulares que surgirán a lo largo de las celebraciones en honor a la Virgen de los Desamparados.
La Virgen de los Desamparados en el altar mayor de la Basílica. Foto de Manolo Guallart.
Viene a tu mente alguna vivencia concreta del año anterior, incluso revisas los archivos para rememorar con imágenes y anotaciones momentos memorables que forman parte de una historia con más de quince años de vivencias marianas.
Momento de las Vísperas en la Basílica. Foto de Manolo Guallart.
Viernes 6 es una mañana de silencio meditativo, preparando en mi estudio el equipo fotográfico, las baterías, el móvil en su versión de cámara instantánea y de grabadora, el rosario…
Para este año he preparado una fotografía tamaño bolsillo (con una “tirada” de 700 ejemplares) que espero regalar por doquier.
Así llega la tarde con las Vísperas, primera oportunidad de escuchar a la Escolanía en la Basílica, conducidos por el magistral Luis Garrido e inspirados por la imagen original de la Virgen en el altar mayor. La parte central del templo congrega al cabildo catedralicio y al clero de la Basílica, presididos por el cardenal Cañizares y el vicario general Vicente Fontestad junto con el rector-prior Juan Bautista Antón.
Tapiz en honor a la Virgen de los Desamparados. Foto de Manolo Guallart.
Apenas una hora de oración y canto de alabanza a María. Pocas fotografías, instantes de paz en un rincón junto a la puerta principal, contemplando sin palabras la bóveda de Palomino, el altar mayor, la belleza sinigual de este templo jubilar del Año de la Misericordia.
Un regalo para la vista poder admirar, ya de regreso, el tapiz sobre la fachada de la Basílica. Nuevamente la empresa Decourba, con flor seca y tierna, mostrando una imagen del traslado de la Mare de Déu desde el Capitulet con motivo de la fiesta. Una obra que presidirá todos los actos y que engrandece la fachada del santuario sobre la plaza.
La “escuraeta” -tradición con más de seis siglos-ocupa la mitad de la plaza de la Reina hasta la Puerta de los Hierros. Me fijo en cada puesto ambulante con infinidad de matices, unos de la Virgen como campanas, azulejos y dedales, otros con loza y utensilios de cocina.
Termina la tarde, ya he regalado las primeras fotografías y me siento contento.
Las campanas del Miguelete tocan a fiesta por la fiesta de la Virgen. Foto de Manolo Guallart.
La mañana del sábado 7 tiene marcado un objetivo musical que me seduce, y más en estas fechas. Tengo permiso para subir a la sala de campanas del Miguelete para escuchar el toque del mediodía. Sí, éste que llama a la ciudad y al mundo a la fiesta de la patrona. Será por primera vez desde el incidente de la campana “El Jaume” hace ya año y medio.
Resulta un momento para enmarcar cuando escucho las cinco campanas mayores e imagino a tantos valencianos sentir la convocatoria de la Iglesia valentina a la fiesta de la Madre. Las fotos son de ensueño y el encuentro con los campaneros, liderados por el veterano Francesc Llop, queda como una experiencia entrañable.
Dansà infantil en la plaza de la Virgen. Foto de Manolo Guallart.
El tiempo corre sin demora y ya es por la tarde. El programa indica que hay que acudir a la plaza de la Almoina para el control de los fotógrafos por personal de la Junta Central Fallera: es el tiempo de la Dansà Infantil. Así, ubicado en lugar preferente dentro de la plaza de la Virgen, los primeros diez minutos permiten la ocasión de captar buenas fotografías de la Fallera Mayor Infantil de Valencia con su Corte de Honor y decenas de parejas de baile tradicional, que van ocupando el espacio en círculo hasta llenar la plaza y comenzar su actuación ante el tapiz de flor en honor a la Virgen.
La lluvia hace su aparición y condiciona el baile, pero ciertamente el espíritu de la Dansà está en la plaza.
Es momento de entrar en la Basílica, llena desde hace dos horas, para ser testigo de la “Salve solemnísima”. A los 47 escolanes se unen más de 150 antiguos que cada año acuden ante la Madre para el canto más emotivo, de una belleza musical y espiritual fuera de lo común. El órgano y las voces se unen ante el altar mayor donde la Virgen preside la celebración.
El arzobispo Antonio Cañizares bendice a los fieles y llega el emocionante momento de ver cómo la Virgen queda tras el bocaporte hasta la “Descorbeta” en la madrugada.
Detalles marianos en la «paraeta» de los Seguidores de la Virgen. Foto de Manolo Guallart.
El ambiente por la noche en la calle es de fiesta grande. La “paraeta” de los Seguidores de la Virgen a pleno rendimiento, las puertas de la Basílica comienzan a estar ocupadas por sus primeros moradores que pasarán varias horas allí, a la espera del gran momento de la noche.
Las calles del centro histórico que acogerán la procesión adornan sus balcones con telas y tapices. Paseo por la calle de Avellanas cargado con mi equipo y varias tiendas, modernas y de antigüedades se hallan iluminadas con la Virgen como protagonista. Capto para el archivo unas imágenes muy bonitas.
La cena familiar con mis amigos de la calle de Avellanas lleva a mi memoria aquel mayo de 1999 cuando comencé la aventura con la Virgen y cómo he ido evolucionando en este tiempo.
Son las 11 de la noche y comienza el concierto. La lluvia sigue haciendo de las suyas y la visión de los instrumentos de la Banda Municipal entre paraguas indica una larga noche con muchas dudas.
El mejor encuadre en la tarima permite una visión general de la plaza y más concreta del director Fernando Bonete en plena acción. El público fiel premia la dedicación con aplausos continuados y presencia activa durante el concierto. Piezas clásicas que cada año dan vida a la noche víspera de la fiesta grande de la patrona.
Es medianoche. Me sorprende tener varias dificultades en el Puente de Madera para el castillo. La policía, por orden de los Bomberos, desplaza a los presentes por dos veces y a pocos minutos del disparo. No lo entiendo, porque otros años no ha sido así, pero decido arriesgarme y la ubicación en el peatonal Puente de Serranos resulta muy acertada. Un gran castillo, con una inesperada palmera en honor a la Virgen y tal vez las mejores fotos de la década con este motivo.
Por momentos siento que llego tarde a la Dansà mayor, porque el control de fotógrafo ya está hecho. Por suerte todo va bien y comienza el baile con la misma idea que en la infantil. Pero ahora la lluvia sí que es un gran problema, porque arrecia y condiciona el equipo fotográfico. De este modo decido hacer una fotografías diversas y efectivas para retirarme incluso antes de que desde la organización limiten los movimientos.
Surge entonces el dilema. Seguir en la plaza hasta que la Basílica abra sus puerta a las 4 de la madrugada o tomarme un respiro, revisar el equipo y prepararme para más tarde. Decido regresar a mi estudio y ahí comienza lo imprevisto. ¿Cómo imaginar que al llegar al garaje con la moto Vespino noto un pinchazo y piezo el medio clave para desplazarme en la fiesta? Silencio y acción.
Descanso lo que puedo y la mejor opción es la bicicleta para retornar a la Basílica, incorporarme en primera fila a la puerta habitual y sentir cómo los devotos aguardan el instante.
Son las 4 de la madrugada y la multitud irrumpe en el santuario. Todos estamos dentro, realmente muy bien situado. Noto que este año hay un cierto desorden y poco respeto de turnos entre los que recitan poesías, pero ciertamente el ambiente resulta excepcional. Así que una hora pasa rápido y la “Descoberta” es muy emocionante. Luego la misa, con el vicerrector de la Basílica Rafael Cerdá presidiendo, con una preciosa homilía sobre el sentido mariano de la misericordia.
Obligado por el envío de fotografías para los medios de comunicación, vuelvo a mi estudio y, tras el trabajo, valoro descansar menos de una hora, tomar aliento y volver, con el tiempo inquietante, mejor vestido y formal a la “Missa d´Infants”.
SIGUE…
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