Fotos: Manolo Guallart. Texto: Javier Furió.- El emblemático Mercado Central de Valencia cumplía este domingo sus primeros 100 años de historia. Y lo hacía ofreciendo a los valencianos y valencianas, de la mano de instituciones, entidades y sobre todo, amigos, fiesta y tradición a manos llenas.
Así, desde las 10 y media de la mañana, los aledaños del ya centenario edificio que, junto a los San Juanes y la Lonja de los Mercaderes, conforman uno de los más ricos y bellos conjuntos arquitectónicos de Europa, se llenaban de gentes propias y lejanas, venidas algunas de los más remotos rincones inimaginables.
Ya de buena mañana los más pequeños disfrutaban de los juegos tradicionales valencianos, talleres con frutas y manualidades con paellas organizados para hacer disfrutar la efeméride a niños y niñas.
Danza, música, arroz y pólvora en torno al Mercat Central
La danza tradicional valenciana magistralmente ejecutada primero por el grupo de bailarines de danza regional de la Federación de Folklore Valenciano -como mecidos por el único y amado sonido del tabal y la dolçaina- y luego por el CSDV Conservatorio Superior Danza Valencia, terminaba de rendir al ya numerosísimo público, que se había ido convirtiendo en masivo conforme iban pasando los minutos y las horas.
La jota valenciana hacía su aparición y el repicar de las castañuelas devolvían a las fachadas de este entorno una atmósfera quizás olvidada, posible hoy gracias a la confluencia con otros elementos como la música festera de calle que la Xaranga FBI de Corbera desplegaba con profusión; el propio Mercado, engalanado para la ocasión; la gigantesca paella que disfrutarían después cientos de afortunados; y la pólvora, en forma de mascletà que, como es preceptivo, a las 14:00 horas, disparaban los Hermanos Caballer.
Una exposición y un agradecimiento
Y una exposición que retrata en imágenes los cien años transcurridos, y especialmente una maqueta del edificio protagonista fabricada con el frágil papel, nos recordaban que 100 años no son nada, que la sólida roca, hierro y cristal pueden disiparse en la nada si no cuidamos nuestro patrimonio histórico, artístico y cultural. De ahí que la celebración, rezumante de expresiones festivas y tradicionales de nuestra singularidad como pueblo, haya sido tan mayoritariamente seguida y participada.
Y el Mercat, representado por sus actuales inquilinos, ha querido devolver a ese pueblo un «Gracias» que auguran, en esta idílica simbiosis, al menos otros cien años más de Mercat Central.
[row]
[/row]