Con el inicio del mes de diciembre en Valencia comienza a tomar forma el programa de las próximas fiestas.
Las iglesias cristianas celebran el tiempo litúrgico del Adviento y en ellas puede verse una corona con cuatro velas, que toma luz cada semana hasta la Navidad y que representan el Amor, la Paz, la Tolerancia y la Fe; y más tarde llegará a la ciudad la Luz de Belén.
Las calles principales preparan las bombillas de colores para el encendido del día 4, con el epicentro en la plaza del Ayuntamiento. En ella puede verse ya un abeto gigante que tendrá primos hermanos –novedad- en algunos barrios de Valencia. También hay una pista de hielo, cortesía de los vendedores del centro, que regalan descuentos según el consumo de los viandantes; también lo hacen en Nuevo Centro, con varios cientos de tiendas y pista de hielo propia. También habrá mercadillo junto a la catedral, en la periferia y en varios puntos del centro.
Trato de hacerme un plan y siento que me falta algo. Pues claro, el Belén. Entonces busco en internet las mejores informaciones y comienza el lío: resulta que Nacimiento que se ponía en las últimas décadas frente al edifico consistorial -y que resultaba el destino final de la gran Cabalgata de los Reyes Magos- se traslada a la plaza de la Reina y –otra novedad- habrá un belén de prestigio en el Salón de Cristal del ayuntamiento a disposición de los visitantes.
Por tanto, tengo luces, pistas de hielo, mercadillos y belenes de maestros artesanos. La cuestión trascendental es ésta: qué harán los Reyes Magos cuando lleguen a Valencia el 5 de enero próximo: ¿harán una parada en la calle de la Paz llena de gente para buscar al recién nacido en la plaza de la Reina, tan cerca de la catedral (también con su belén)?, ¿pasarán de largo y seguirán, guiados por la cabalgata, hasta el ayuntamiento y preguntarán -como hicieron según cuenta la Biblia – a la autoridad competente donde está en Niño Jesús, encontrando como aquella primera vez una fría acogida?
Me temo que algo no me queda claro y tal vez alguien deberá reflexionar. Atentos, pues, a la moderación con el hielo, el consumo sin control, las lucecitas de colores que aturden a las mentes poco lúcidas y al desmontaje de las tradiciones culturales, artísticas y religiosas, con adornos y artificios que crean ilusiones ópticas desalojando a Jesús de su Navidad.