Fotos: Juan Ramón Contelles.- Dicen que no es sólo una marca de motocicletas. Que es una cultura, casi una religión. Y algo de eso hay, porque cuando coinciden aunque sólo sean dos motos Harley Davidson, algo les une más allá de la pasión por la velocidad y la carretera. Toda una estética, toda una forma de vivir.
En Paterna algunos domingos esa hermandad se toma un descanso de tanto kilómetro y reúne en el bar Toretto’s a una nutrida representación de estos locos por las motos. Y como el descanso del guerrero, un maravilloso y relajante almuerzo hace las delicias de moteros y moteras.
Una costumbre que de tanto repetirse se ha convertido ya en una tradición. Paterna, algún domingo que otro, huele a gasolina y suena a Harley Davidson, ese sonido tan único e irrepetible que cuenta con su propia patente.